Esta ruta la tenía a tiro de piedra, sin necesidad de trasporte y han tenido que pasar mogollón de años antes de llevarla a cabo. Siempre que iba al Faro del Cabo salinas tiraba hacia la Colonia de sant Jordi y dejaba la parte izquierda para una mejor ocasión. Esa ocasión llegó el otro sábado cuando por cuestiones varias se me brindó la ocasión para afrontar dicho reto. Lo de reto viene dado pues no es una ruta, digamos fácil por el mero hecho de estar bordeando la costa en esta parte de isla, en la que no se caracteriza precisamente por ser difícil y complicado, pues quien piense así se equivoca. Más que nada tentado por las recomendaciones de Damián (Kampestre666), que me habló muy emocionado de este itinerario, como dije, encontré una buena excusa para emprender tan misteriosa aventura.
Salgo de una ubicación poco usual, desde ses Salines y me dirijo por carretera asfaltada hasta el faro de Cap Salines. No opté por ir por la Colonia pues el tiempo del que disponía era bastante pero solo el suficiente para no llegar tarde a los compromisos. Una vez llego al punto real de la ruta, el Cap Salines , esta vez si tomo a la izquierda con, porque no decirlo, un no se qué en mi interior, de esas sensaciones que tiene uno cuando está a punto de hacer algo poco usual pero que tiene visos de ser especial, arriesgado o morboso, pues eso tenía yo. El paraje inicial no presagia nada de todo lo mencionado: piedras, matas y el mar a tu derecha.
Poco a poco voy viendo que la ruta hacia la Colonia era más facilota que la que había empezado hoy, que había también playas, si, pero lo que menos, por no decir que solo hay una, pero eso sí, me estaba gustando y solo de pensar que te recomiendan no ir solo con la bici, por lo de los acantilados que deberé superar, más inquieto estaba yo.
Debo recomendaros algo, los caminitos son muchos y es por ello que debéis tomar el más cercano a la vegetación que os cierra el paso por la izquierda, pues lo más normal es que al coger alguna alternativa que os acerque al mar quedéis parados sin salida. Eso también va a gusto del cliente, pues si te gusta practicar tu técnica, que la hay a espuertas, podéis tomar esos caminillos idóneos para trialear. Luego me diréis que esto no es enduro.
Salgo de una ubicación poco usual, desde ses Salines y me dirijo por carretera asfaltada hasta el faro de Cap Salines. No opté por ir por la Colonia pues el tiempo del que disponía era bastante pero solo el suficiente para no llegar tarde a los compromisos. Una vez llego al punto real de la ruta, el Cap Salines , esta vez si tomo a la izquierda con, porque no decirlo, un no se qué en mi interior, de esas sensaciones que tiene uno cuando está a punto de hacer algo poco usual pero que tiene visos de ser especial, arriesgado o morboso, pues eso tenía yo. El paraje inicial no presagia nada de todo lo mencionado: piedras, matas y el mar a tu derecha.
Poco a poco voy viendo que la ruta hacia la Colonia era más facilota que la que había empezado hoy, que había también playas, si, pero lo que menos, por no decir que solo hay una, pero eso sí, me estaba gustando y solo de pensar que te recomiendan no ir solo con la bici, por lo de los acantilados que deberé superar, más inquieto estaba yo.
Debo recomendaros algo, los caminitos son muchos y es por ello que debéis tomar el más cercano a la vegetación que os cierra el paso por la izquierda, pues lo más normal es que al coger alguna alternativa que os acerque al mar quedéis parados sin salida. Eso también va a gusto del cliente, pues si te gusta practicar tu técnica, que la hay a espuertas, podéis tomar esos caminillos idóneos para trialear. Luego me diréis que esto no es enduro.
Tras varios kilómetros me encuentro ante mi primer dilema, es la primera torrentera. Tras pasar por el pou Salat(ahora el “Pou Basurero”)me encuentro con el citado torrente. Ni se que nombre le han dado al mismo, lo que si se es que acojona algo el ver donde tienes que ir y no saber por donde es mejor, el estar solo, sin cobertura de móvil y girarte detrás y ver lo que has hecho, o lo peor de todo, saber que los escollos que te esperan son peores que el que vas a intentar superar.
Nada, que tras estudiar las posibilidades de bajar, subir y no pegártela en el intento, sin más dilación afronto sin mucho problema la bajada, con una mano, la izquierda, soporto el condenado peso de mi foxi (como me gustaría una “Carbonara” en este momento) y con la otra, la derecha, será la encargada de sujetarme con los salientes de las rocas, ¡ahh¡, y la solvencia de mis nuevos zapatos, veremos lo que duran si nada más empezar les doy un tute como el que les estoy dando.
Estoy dentro, o mejor dicho, abajo. Me queda subir, se distingue mejor el sitio ideal para ello y es por donde voy y de nuevo me sumerjo en el estrecho camino que me llevará hasta el próximo reto.
Sigo discurriendo por ese sendero angosto, con multitud de pequeños escalones naturales y con la vegetación que te aborda por los lados intentado, en ocasiones, meterse entre tus piernas y complicarte la salida. No lo consigue todo y que lo intenta hacer siempre que puede. Con eso llegas a Cala Marmols, para mi una de las calas más preciosas y salvajes que he visto. El propio sendero te va llevando hacia abajo y sin más te encuentras ante un barranco, la cala a unos 40 metros y con un, llamémosle caminillo con un desnivel nada despreciable de un 90 % aproximadamente, por suerte es en descenso. Tras afrontar el mayor reto de la jornada usando la misma técnica que en el anterior escollo llego a la playa y tras varias fotos de rigor tanto a la playa como a la pared que acabas de bajar, subes la escalera que junto con el letrero del Govern quitan todo el encanto salvaje e inexplorado de tan esplendido paraje. Subo la cuesta de lo que aparenta ser el camino de acceso para vehículos hasta la cala y que en ese momento es del todo desaconsejable discurrir por él debido a lo maltrecho que se encontraba debido a las últimas lluvias, llego hasta una intercepción con varios caminos y tomo hacia la derecha para no meterme en zona privada para nuevamente enlazar con el sendero costero, es más cuando de nuevo lo cogí me equivoque y me iba directo a un callejón sin salida por lo que es recomendable cuando se termina la pista ancha no perder de vista las señales o fitas de piedra que hay y que te llevaran hacia la izquierda para retomar tu ruta establecida. En este punto me equivoque pues estoy en el tercer torrente a franquear, que no es como los hasta ahora logrados, sino todo lo contrario, casi es ciclable, eso sí, haciendo un corto rodeo. Pasaremos dejando a nuestra derecha una torre en forma de cilindro de color blanco que exactamente no entiendo su significado y que pudiera ser para uso militar como referencia de practica de tiro, eso es lo que supongo yo, ahora si no es eso, lo único que hace allí es estropear el paisaje.
Seguimos nuestro camino con el buen sabor de boca que nos ha dejado lo hasta ahora conseguido y con la inquietud persistente de lo futuro por descubrir. Tras continuar por el mismo tipo de sendero que has estado rodando y sin una sola escapatoria hacia la civilización que no sea hacia tu destino, o por el contrario, volver sobre tus pasos, ya que a tu izquierda solamente hay bosque y más bosque, sin un ápice de lo que pudiera ser una vía de escape en caso de emergencia y con la imagen de las raíces y matas que están allí , como queriéndote coger y engullirte hacia ese bosque embrujado, la verdad es que da algo de “yuyu”, ver que si te pasa algo en medio de la nada, de ese desierto de rocas y matorrales, una de dos, o por aire o por mar te vienen a buscar, es por eso que esta aventura, por simple que os parezca, no la hagáis solo, o antes de afrontarla, haced como yo, pasaros unos cuantos capítulos del Zumbao ese que se come bichos raros, el Último Superviviente, Bear Grylls y todo arreglado.
Ya nos queda menos, pero no por ello menos complicado, nuevo reto, nuevo escollo y otra vez a estudiar las posibilidades. Este a simple vista parece más complicado que el primero, más que nada por sus dimensiones, más alto y más ancho, pero con la salvedad de que no es tan empinado y se hace más fácil bajarlo como si de una escalera se tratara, tan solo necesitas escoger la trazada ideal y ya está. Una vez estés subiendo hazlo hacia la costa y podrás deleitarte con unas fabulosas vistas como las que he dejado constancia en las fotos, pues si algo tiene, a parte de emocionante esta ruta, son la cantidad de posibilidades graficas que te permite los parajes que iras viendo.
Llegamos a otro lugar digno de mencionar. Tras discurrir por sendero poco complicado, lo que agradezco después de lo que dejo, se divisa a lo lejos y sobre un gran peñal una edificación de una sola planta, en realidad es un antiguo cuartel de Carabineros, en desuso pero no con signos de abandono. Llego hasta él, unas cuantas fotos y ya se ve a lo lejos el final de mi ruta, pero ojo, eso no significa que se terminen tus problemas, o mejor dicho tu diversión.
Pasamos cerca de un Talaiot derruido y de un sembrado, y mira tu por donde, una nueva torrentera. Había calculado yo mal, pensaba que solo me quedaba la de Cala s’Almonia. De todas formas no es difícil de superar, solo algo de cuidado con la cabeza ya que las ramas de los pinos son muy bajas y curvadas envolviendo el camino para hacerlo más salvaje todavía.
No se si por equivocación o por que es así, sin comerlo, ni beberlo, empiezo a bajar y bajar con un escenario frente a mi de lo más bello, son las Casas de es Caló des Moro, de todas formas doy gracias por equivocarme, si eso es lo que pasó.
Subo por un sendero muy empinado dejando ese enclave maravilloso y vuelvo a coger el sendero que está en las últimas pero no por ello menos divertido. Todo lo contrario, es digno de mencionar para que los más endureros salvajes vengan para catarlo a pesar de que pueda tener apenas 300 metros. Sigilosamente te lleva hacia él, que cuando te das cuenta ya estas bajando y es por ello que cuando hallas subido de la ultima torrentera, bajes el sillín y te prepares porque vienen curvas. Es una bajada, como digo, corta pero muy intensa que precisa de bastante técnica y que tras pasar por el espeso túnel de matorrales desemboca en Cala s’Almonia fin de nuestra gran aventura.
De allí sales por una condenada y pestosa escalera que te deja en la zona urbana de cala Llombards que siguiendo las indicaciones del wikiloc te devuelve al inicio de la ruta sin más problemas que el no llegar tarde a tu cita posterior.
Nada, que tras estudiar las posibilidades de bajar, subir y no pegártela en el intento, sin más dilación afronto sin mucho problema la bajada, con una mano, la izquierda, soporto el condenado peso de mi foxi (como me gustaría una “Carbonara” en este momento) y con la otra, la derecha, será la encargada de sujetarme con los salientes de las rocas, ¡ahh¡, y la solvencia de mis nuevos zapatos, veremos lo que duran si nada más empezar les doy un tute como el que les estoy dando.
Estoy dentro, o mejor dicho, abajo. Me queda subir, se distingue mejor el sitio ideal para ello y es por donde voy y de nuevo me sumerjo en el estrecho camino que me llevará hasta el próximo reto.
Sigo discurriendo por ese sendero angosto, con multitud de pequeños escalones naturales y con la vegetación que te aborda por los lados intentado, en ocasiones, meterse entre tus piernas y complicarte la salida. No lo consigue todo y que lo intenta hacer siempre que puede. Con eso llegas a Cala Marmols, para mi una de las calas más preciosas y salvajes que he visto. El propio sendero te va llevando hacia abajo y sin más te encuentras ante un barranco, la cala a unos 40 metros y con un, llamémosle caminillo con un desnivel nada despreciable de un 90 % aproximadamente, por suerte es en descenso. Tras afrontar el mayor reto de la jornada usando la misma técnica que en el anterior escollo llego a la playa y tras varias fotos de rigor tanto a la playa como a la pared que acabas de bajar, subes la escalera que junto con el letrero del Govern quitan todo el encanto salvaje e inexplorado de tan esplendido paraje. Subo la cuesta de lo que aparenta ser el camino de acceso para vehículos hasta la cala y que en ese momento es del todo desaconsejable discurrir por él debido a lo maltrecho que se encontraba debido a las últimas lluvias, llego hasta una intercepción con varios caminos y tomo hacia la derecha para no meterme en zona privada para nuevamente enlazar con el sendero costero, es más cuando de nuevo lo cogí me equivoque y me iba directo a un callejón sin salida por lo que es recomendable cuando se termina la pista ancha no perder de vista las señales o fitas de piedra que hay y que te llevaran hacia la izquierda para retomar tu ruta establecida. En este punto me equivoque pues estoy en el tercer torrente a franquear, que no es como los hasta ahora logrados, sino todo lo contrario, casi es ciclable, eso sí, haciendo un corto rodeo. Pasaremos dejando a nuestra derecha una torre en forma de cilindro de color blanco que exactamente no entiendo su significado y que pudiera ser para uso militar como referencia de practica de tiro, eso es lo que supongo yo, ahora si no es eso, lo único que hace allí es estropear el paisaje.
Seguimos nuestro camino con el buen sabor de boca que nos ha dejado lo hasta ahora conseguido y con la inquietud persistente de lo futuro por descubrir. Tras continuar por el mismo tipo de sendero que has estado rodando y sin una sola escapatoria hacia la civilización que no sea hacia tu destino, o por el contrario, volver sobre tus pasos, ya que a tu izquierda solamente hay bosque y más bosque, sin un ápice de lo que pudiera ser una vía de escape en caso de emergencia y con la imagen de las raíces y matas que están allí , como queriéndote coger y engullirte hacia ese bosque embrujado, la verdad es que da algo de “yuyu”, ver que si te pasa algo en medio de la nada, de ese desierto de rocas y matorrales, una de dos, o por aire o por mar te vienen a buscar, es por eso que esta aventura, por simple que os parezca, no la hagáis solo, o antes de afrontarla, haced como yo, pasaros unos cuantos capítulos del Zumbao ese que se come bichos raros, el Último Superviviente, Bear Grylls y todo arreglado.
Ya nos queda menos, pero no por ello menos complicado, nuevo reto, nuevo escollo y otra vez a estudiar las posibilidades. Este a simple vista parece más complicado que el primero, más que nada por sus dimensiones, más alto y más ancho, pero con la salvedad de que no es tan empinado y se hace más fácil bajarlo como si de una escalera se tratara, tan solo necesitas escoger la trazada ideal y ya está. Una vez estés subiendo hazlo hacia la costa y podrás deleitarte con unas fabulosas vistas como las que he dejado constancia en las fotos, pues si algo tiene, a parte de emocionante esta ruta, son la cantidad de posibilidades graficas que te permite los parajes que iras viendo.
Llegamos a otro lugar digno de mencionar. Tras discurrir por sendero poco complicado, lo que agradezco después de lo que dejo, se divisa a lo lejos y sobre un gran peñal una edificación de una sola planta, en realidad es un antiguo cuartel de Carabineros, en desuso pero no con signos de abandono. Llego hasta él, unas cuantas fotos y ya se ve a lo lejos el final de mi ruta, pero ojo, eso no significa que se terminen tus problemas, o mejor dicho tu diversión.
Pasamos cerca de un Talaiot derruido y de un sembrado, y mira tu por donde, una nueva torrentera. Había calculado yo mal, pensaba que solo me quedaba la de Cala s’Almonia. De todas formas no es difícil de superar, solo algo de cuidado con la cabeza ya que las ramas de los pinos son muy bajas y curvadas envolviendo el camino para hacerlo más salvaje todavía.
No se si por equivocación o por que es así, sin comerlo, ni beberlo, empiezo a bajar y bajar con un escenario frente a mi de lo más bello, son las Casas de es Caló des Moro, de todas formas doy gracias por equivocarme, si eso es lo que pasó.
Subo por un sendero muy empinado dejando ese enclave maravilloso y vuelvo a coger el sendero que está en las últimas pero no por ello menos divertido. Todo lo contrario, es digno de mencionar para que los más endureros salvajes vengan para catarlo a pesar de que pueda tener apenas 300 metros. Sigilosamente te lleva hacia él, que cuando te das cuenta ya estas bajando y es por ello que cuando hallas subido de la ultima torrentera, bajes el sillín y te prepares porque vienen curvas. Es una bajada, como digo, corta pero muy intensa que precisa de bastante técnica y que tras pasar por el espeso túnel de matorrales desemboca en Cala s’Almonia fin de nuestra gran aventura.
De allí sales por una condenada y pestosa escalera que te deja en la zona urbana de cala Llombards que siguiendo las indicaciones del wikiloc te devuelve al inicio de la ruta sin más problemas que el no llegar tarde a tu cita posterior.
Pues listo, aquí os dejo este hermoso relato, espero que os resulte ameno, es más, no se como pregunto tal cosa si ya se que todos lo son. Un saludo.
!Aahhh¡¡, Se me olvidaba:
30 kms. mas o menos y salí a las 09:40 y terminé a las 13:05 horas,
el IBP como el IPC, el tiempo de cO...a, y otros datos más sin importancia...
1 comentari:
Molt entretengut Andreu. Mem si un dia som capaç de convencer a qualqu per fer-la!!
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